sábado, 1 de enero de 2011

EL SUEÑO DE UN FARISEO


16 Una silueta se plantó frente a mis ojos, pero no pude ver quién era.

Detuvo su marcha, y escuché una voz que susurraba:

17 "¿Puede un simple *mortal ser más justo que Dios? ¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?

18 Pues si Dios no confía en sus propios siervos, y aun a sus ángeles acusa de cometer errores,

19 ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro, cimentadas sobre el polvo y aplastadas como polilla!

20 Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos y perecer para siempre, sin que a nadie le importe.

21 ¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa? ¡Mueren sin haber adquirido sabiduría! Job 4:16-21


 

Siempre que soñamos con alguien deberíamos contarlo al pastor antes de ir con la persona que vimos en el sueño. Cuando es un sueño de Dios, es para que intercedamos por alguien que está necesitada de oración. Si hablamos con esa persona, deberá de ser con mucha prudencia y cuidado de no ofenderla.

No puedo imaginar cuántas veces habrán soñado los fariseos con hallar al Señor Jesús en algún error doctrinal o pecado grave. Sin embargo no lo lograron, tal vez sólo en sueños. Creo que todos nosotros llevamos algo de fariseo dentro, algo de Elifaz temanita.

¿Alguna vez te han soñado en circunstancias difíciles o vergonzosas? El sueño de Elifaz le prejuicio para llegar con Job, no con consuelo o intercesión, sino con acusación y persecución, "¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?". Esta palabra definiría el argumento de los amigos de Job, sería Elifaz el que iría a la cabeza, con esta "revelación" como punta de lanza o "cuchillito de palo".

Es sorprendente mirar que el único que levantó altar en todo el libro fue Job, antes y después de enfermarse. Levantó altar por sus hijos y por sus amigos. Pero ni sus hijos ni sus amigos levantaron altar por él, ni siquiera cuando estaba enfermo. Sus amigos nunca estuvieron enfermos, sus hijos siempre enfiestados. Todo sueño o revelación tiene por efecto levantar altar, de gratitud o de intercesión, como en el caso de Abram.

El sueño de Elifaz solo descubrió lo que había en su corazón, el firme propósito de desbancar a Job de la posición que tenía entre los sabios. Ojala que siempre que recibiéramos revelaciones y sueños fueran para descubrir lo que hay en nuestros propios corazones y no lo que hay en el corazón de otros. Elifaz nunca verificó de donde venía su revelación, tampoco notó que venía con cierta amargura en sus líneas, pues venía de una sabiduría, animal terrenal y diabólica.

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Stg 3:16


 

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