miércoles, 17 de agosto de 2011

VENCIENDO LA MISERIA


Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 2 Reyes 4:2
Existen tres "grandes" problemas por los que llegamos a la iglesia. Aunque para Dios no son ninguna molestia, pues Él los llama añadiduras: Conflictos familiares, económicos o de salud. Estos problemas son las que arrastran a la iglesia a gran cantidad de personas necesitadas que buscan el favor de un milagro. Pedimos que Dios obre en nuestros hogares, sin imaginar que Él tiene pensado que nosotros obremos en un futuro próximo en Su casa.
¿Qué te haré yo? Había sido esposa de profeta, con todo y haber recibido palabra directamente de Dios, su familia estaba al borde de la miseria, tal vez por la doctrina que tenía. Viuda, pobre y endeudada, sus problemas eran familiares y económicos y necesitaba auxilio ya. Muchos creen que Jesús al darle de comer a cinco mil o tres mil obliga a los ministros a darle de comer a un mundo lleno de pobreza. Sinceramente creo que este versículo desmiente tal doctrina.
Qué tienes en casa. El Señor nunca le dio de comer a un limosnero. La gente a la que alimentó no era gente con problemas económicos, sino multitudes que dejaron el afán en sus ciudades por causa de retirarse a un lugar apartado buscando la palabra. Personas que prefirieron el pan del cielo que el de la tierra. Gente dispuesta a escuchar al Señor a pesar del hambre. Ninguno de los que probaron de la multiplicación del pan le había seguido por comida o dinero. Los limosneros que le buscaron no recibieron ninguna moneda sino autosustentabilidad. Sí, lo que recibieron fue poder para restaurar sus vidas. Ojos al ciego y pies al invalido para poder trabajar, pero no monedas.
Tu sierva ninguna cosa tiene. Y sin embargo la solución a su problema estaba en su propia casa, no en el buen corazón o el bolsillo del profeta. Existe la falsa doctrina que afirma que Dios ha llegado a nuestra vida para hacernos la vida más fácil y cómoda. Ya no hay que trabajar, no hay que invertir en las relaciones familiares, ni tampoco dejar la glotonería, pues el dinero, la familia y la salud Dios nos la da Dios por fe, portémonos como nos portemos. Esto no es verdad.
Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 2 Reyes 4:3-4
Cuánta gente que se dice creyente está esperando la solución al ser liberada de un demonio de pobreza, cuando en realidad lo que tiene que hacer para rescatar a sus hijos de una herencia de endeudamiento es obedecer al consejo del siervo de Dios, aunque parezca loco o imposible. En realidad los hijos de hoy sufren de las mismas maldiciones de sus padres por falta de atención y de responsabilidad paterna y materna. "Enciérrate tú y tus hijos" para ponerse a trabajar, enséñales a hacerse responsables con el ejemplo, no esperes que la solución venga de fuera, un poco de unción y trabajo basta para pagar toda deuda y aún para vivir bien. Pero hoy muchos buscan en Dios al genio de la lámpara. No. Dios no ha llegado a nuestras vidas para convertirnos en unos holgazanes.
Es terrible mirar muchas mujeres "solas" superar mucho mejor, problemas de soledad y económicos cuando ya no están sus esposos que cuando estos les acompañaban. No cabe duda que el Señor Dios es un excelente padre para los huérfanos y un mejor esposo para las viudas.

 


 

lunes, 25 de julio de 2011

ASTUCIA, ESTRATEGIA Y CONSEJOS

Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Mat 10:16 (LBLA)

Intro. La prudencia siempre ha sido una necesidad para la iglesia. La necesidad de saber "cómo" hacer con tal o cual situación es una constante en las consejerías del pueblo ante el pastor local. Por eso se hace necesario preparar un ejército para el Señor, con estrategias prontas, que en cualquier momento sepan qué hacer, no sólo para evangelizar, también para desarrollarnos de manera constante.

I.- ASTUCIA MALIGNA

La primera vez que aparece el término astucia es referente a la serpiente antigua o Satanás. La astucia aparece allí como inteligencia, malicia que pretende alcanzar un fin a toda costa o por cualquier medio. La astucia queda pues marcada con un estigma peyorativo, negativo, desde entonces. Es tal vez desde entonces cuando vemos la primera declaración de guerra.

La astucia se define como la habilidad para plantear estrategias, desde argumentales con el fin de convencer, o hasta militares con el fin de conquistar. Es bien difícil plantear una definición de astucia y aun de estrategia de guerra que no incluya una buena dosis del sentido del engaño en su conceptualización.

La Escritura marca leyes al pueblo de Dios, incluso para la guerra, pero la astucia maligna no respeta tales normas. Sus medios son llamados, con verdad, tramposos, pues su esencia es la mentira. La serpiente antigua es hoy el gran dragón, el padre de la mentira, porque es mentiroso desde el principio. Premeditación, alevosía y ventaja, fueron sus armas ante unos inocentes que no conocían la malicia. Nosotros no tenemos el nivel de inocencia que Adán y Eva tenían, conocemos el lenguaje cristiano y también el mundano. ¿Será esta un ventaja o una desventaja? Más bien creemos que para la guerra esta es una ventaja.

II.- ASTUCIA HUMANA

El exconsejero de David, Ahitofel, era conocido por su gran sabiduría, se decía que el que lo consultaba a él era como si preguntara a Dios (2 Samuel 16:23). Sin embargo esta afirmación se inscribe en un momento crítico para el rey David, donde Ahitofel se había convertido en su enemigo. Contra el rey se había levantado un gran oponente, con una astucia que que intimidaba al que era conforme al corazón de Jehová. Ahitofel, abuelo de Betsabé y seguramente muy allegado a Urías, no había perdonado lo que David había hecho a su nieta y había decidido cobrárselo en esta oportunidad. La venganza no es una muy buena motivación para dar consejería, pues puede llevarnos incluso a la muerte como pasó con Ahitofel (2 Samuel 17.23).

III.- GUERRA DE SERPIENTES

Todos los que necesitamos de estrategias para vencer en nuestras batallas debemos saber lo que dice el Señor: sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Si existe un tema importante para hablar de la guerra de las serpientes es el de la astucia. ¿Por qué usaría el Señor como símbolo de salvación o sanidad una serpiente? Sólo por una necesidad imprescindible y urgente. Nuestro trato con los semejantes requiere de esa sagacidad de la que a veces adolecemos. Y el Señor Jesús, más inocente que Adán, pero también más sabio que Ahitofel, nos insta a conseguir esa "astucia", no maligna, participar en esa guerra, no con forma de palomas solamente, ¡sino como serpientes de Dios! Como en la batalla de Janes y Jambres contra Moisés y Aarón, o como la guerra de las serpientes ardientes contra la serpiente de bronce. ¿Cómo hemos de llamar esta clase de astucia? ¿Hemos de imitar a la serpiente en cuanto a qué? ¿O hemos de redimir a las serpientes tomando la forma que estas tenían antes de que fueran malditas? ¿Serpiente voladora? (Isaías 14:29).

Lo que nosotros conocemos como astucia podríamos interpretarlo como estrategia, más que como prudencia, sobre todo cuando nuestra vida está en juego, como pasó con David durante varias etapas de su vida. Precisamente la maldición de la serpiente antigua describe su desventaja y la diferencia entre las dos astucias, una caída y la otra gloriosa, anterior a la maldición. No olvidemos que la astucia no era maligna en sí. La astucia o prudencia o sagacidad, estaba antes de que entrara el pecado. Era una virtud gloriosa, como todas las demás actitudes dentro del paraíso, ésta también era sin mancha. Antes de que la serpiente cayera, aun cuando este ser era glorioso (hablamos del animal, no de Satanás), la astucia no había sido trastocada. Antes que el pecado entrara en el huerto, la serpiente ya era el animal más inteligente.

La astucia caída es pues posterior a la astucia original. La caída se arrastra y come polvo. La astucia original se distingue entonces en que ni se arrastra, ni tiene como alimento lo terrenal. Es esta la que Dios quiere que utilicemos, una sagacidad que busque lo celestial y que se mueva por arriba, por sobre lo mundano (envidias, rivalidades, comparaciones, venganzas, resentimientos, celos, ambición personal, etc., Santiago 3:15-17). Que fluya en su elemento, el aire, el cielo, es decir, en la voluntad de Dios. Esa fue la sabiduría que libró a Moisés frente a Faraón; la que libró a David de Absalón y Ahitofel; la que sanó por gracia a todos los que veían la serpiente de bronce, la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria (1 Corintios 2:8).

miércoles, 13 de julio de 2011

EL MANEJAR DE JEHÚ

El centinela informó de nuevo: Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco. 2 Reyes 9.20 (NVI)


 

La forma de manejar un carro da cuenta de cómo somos cada uno de nosotros. El carro tiene hoy la misma función que en la antigüedad: el transporte. En la guerra este artefacto fue utilizado para superar al enemigo en velocidad y estrategia. Los carros de hierro eran famosos por sus logros en batalla. Estos, junto con los caballos que los jalaban, eran desestimados por el Señor Dios Todopoderoso. El carro y sus caballos son figura de la fuerza y orgullo del hombre. Desestimar estos ejércitos era sinónimo de fe en aquél que peleaba las batallas por su pueblo: Jehová de los ejércitos.

En la actualidad sigue el uso del carro o automóvil ya no con fines bélicos, sino que en su mayoría se usa como medio de transporte. El versículo leído también puede ser actual y tener un mensaje para nosotros hoy.

I.- DIFERENTES MANEJOS

Del grupo que venía hacia palacio había diferentes conductores en distintos carros. Esto significa que no hay sólo una forma de manejar, sino muchas y variadas. Hay quien cree que maneja bien, pero nunca le han dicho ni ha preguntado en qué consiste el buen manejo. Nunca ha hecho un examen o un curso de manejo, ni ha leído el reglamento de tránsito. Hay formas de manejo experimentadas y que hacen sentir seguridad a los conductores y a sus pasajeros, pero también existen formas de manejo que ocasionan accidentes y malos testimonios en las calles. Por eso es necesario estudiar este versículo.

II.- IDENTIFICA AL QUE MANEJA

Jehú acababa de ser ungido por el profeta Eliseo. Sin embargo su unción no afectó la forma en que manejaba. Aunque tenía un nuevo propósito en su vida, una nueva dirección, se dirigía a su meta a la manera de antes.

Ser diligente y servicial no quita lo ineficaz. Si somos mal hechos en lo que cooperamos no se nos tomará en cuenta como diligencia sino como estorbo. Si nos dirigimos hacia la meta trazada por Dios está bien, eso es el QUÉ, pero estará realmente bien hasta analizar el CÓMO nos dirigimos a ese objetivo.

Fueron identificables los que acompañaban a Jehú porque no manejaban como él a pesar de que no estaban ungidos.

La pregunta que Dios nos hace a todos los que conducimos un auto familiar o de trabajo es: ¿Puede haber un cambio en la forma de conducir un auto? Claro que sí. ¿El nuevo nacimiento o llenura del Espíritu debe cambiar nuestra forma de conducir? ¿Cómo nos considera la gente que viene en nuestro auto cuando vamos de prisa o en carretera? ¿Obedientes a la autoridad? ¿Respetuosos de nuestro prójimo? ¿Reflejamos novedad de vida?

III.- ALOCADAMENTE

Es maravilloso lo que un auto rápido puede hacer para leer nuestra alma. Autoanalicémonos, evaluemos nuestro conducir, comparémoslo con el que teníamos en el pasado. Mirémonos a través de nuestro auto como si fuera un escáner o un aparato de rayos x, que más que lo huesos puede ver el desarrollo espiritual en nuestro carácter. En efecto, a través del conducir podemos ver cuánto hemos cambiado. Tal vez lo hemos hecho sólo por fuera. Tal vez hemos dejado en el auto un reservado sólo para nosotros, bajo llave, una llave que ni siquiera el Señor nuestro tiene.

No nos damos cuenta que ese auto NO es un lugar secreto, oculto, donde podamos hacer lo que deseemos, transformándonos a voluntad, como si fuera un espacio propio o invisible. Más bien es todo lo contrario, es un lugar que revela nuestro interior, uno que nos desnuda no sólo delante de Dios, sino delante de los hombres, aún desde lejos.

Podemos ser considerados al volante como lentos, rápidos o furiosos. Como pendencieros, nerviosos o "mujeres". Como un fórmula uno, competitivo, que siempre quiere ir adelante, o simplemente como el amo de la carretera.

La forma alocada de conducir de Jehú, hablaba de alguien que quería llamar la atención más que de alguien que estaba fuera de sí. Su mente aunque lúcida y centrada en su propósito, era dominada por una pasión oculta que ante las riendas se desnudaba. Podría ser la pasión de un joven con juguete nuevo, como un adolescente en el auto de papá: sobresalir y llamar la atención, tal vez. Podría ser que no quería que sus amigos lo rebasaran y les iba impidiendo el paso a fin de ser durante todo el camino el primer lugar, tal vez. Podría ser que se encontrara en el Espíritu y eso ocasionaba que se le interpretara como a un loco, no. Todo menos eso. Pues la Escritura ya apuntaba que así manejaba él desde antes.

No cabe duda que este versículo ha sido dejado allí con un mensaje siempre actual. Ojalá que dejemos de considerar nuestro auto como un lugar reservado para nosotros, que no tengamos ningún refugio, ningún privado donde dejemos al Señor nuestro Dios fuera. Ojalá que nosotros sólo seamos lo choferes del amo, y así manejar con responsabilidad, o mejor aún, únicamente los copilotos y el Buen Pastor nuestro guía, quien dirija nuestra conducta en todo lugar.

lunes, 23 de mayo de 2011

¿Soy la Capilla Sixtina?

Más una obra de arte que un templo de adoración. Más un ejemplo de despilfarro, lujo y explotación que una morada para Dios. Lleno de obras magníficas, pero que en secreto conspiraban contra la religión y contra el mismo Papa. Más una imagen, una apariencia, algo superficial, una simulación que un verdadero testimonio del Evangelio.

La congregación es habitación de Dios. Me refiero a la congregación cristiana y llena del Espíritu Santo, donde hay gozo, revelación, ministración y cobertura. Algunos toman la iglesia como un refugio donde ya les es necesario llegar el domingo en la mañana cuando salen de su casa. Un refugio de donde no quieren salir cuando termina el servicio dominical, porque es, no un símbolo solamente, sino un lugar donde de manera literal, por el Espíritu, siente la presencia de Dios, su paz y su amor. La iglesia es un buen ejemplo de cómo debe ser Templo nuestra propia vida y familia.

Nosotros somos casa de Dios, templo del Espíritu Santo. No deberíamos de dejar la presencia de Dios en nuestra congregación. Deberíamos sentir esa paz y ese gozo también en nuestro hogar, esa algarabía y esa fe dentro de nuestra familia. Pero ¿por qué no pasa? ¿Por qué a veces sufrimos en nuestra casa, donde lo único que nos une es el techo, o la obligación de darle de comer a los hijos? Esta realidad convierte nuestro culto en la congregación en una ficción pública, un simulacro cuando nos preguntan -¿Cómo han estado? Y nosotros respondemos: – ¡De gloria en gloria! Pero no es cierto.

El puente entre el ejemplo congregacional y la bendición en el hogar es nuestra vida como individuos. Si no somos capaces de llevar la presencia de Dios sobre nuestros hombros como dice la palabra de Dios, no sentiremos lo mismo en nuestro hogar como en la iglesia (1 Crónicas 15:15). Los levitas y no los bueyes deben de llevar la carga y no ir comodinos. Somos nosotros los que nos tenemos que cargar, en-cargarnos de esa tarea, responsabilizarnos primeramente de ser tabernáculos móviles que llevan a Dios de un lado a otro. No necesitar en la calle, trabajo o casa de equipo de alabanza, predicador o multitudes para creer que Dios está con nosotros.

El objetivo de nuestra vida es ser llenos de Dios. Para eso estamos aquí en la tierra. Es impresionante cómo un hato de cerdos prefirió la muerte antes que vivir llenos de demonios. Nosotros que ya somos creyentes deberíamos preferir la obediencia y hombros con callosidad antes que vivir sin Dios. Así como un templo no tiene sentido sin la presencia divina, tampoco una familia, ni un matrimonio, ni siquiera la vida de un individuo tiene sentido si no es para dejar que Dios habite en él.


 

sábado, 8 de enero de 2011

UN MISTERIO ANTIGUO

Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar. Salmo 71:15

Cuáles son los misterios antiguos, ¿los bombazos? ¿las profundidades? Los sabios siempre han escudriñado por respuestas de peso, nunca por cuestiones superfluas. Un sabio no es un simple curioso. No, un sabio se preocupa por los temas de mayor honra y gloria. Desde la antigüedad han existido sabios que se han hecho preguntas de verdad importantes. Pero no a todos se les ha revelado lo que se les reveló a los sabios del nuevo testamento. Pablo, el apóstol, fue el último en ser llamado sabio en la Biblia. Ni siquiera Salomón comprendió lo que ahora nosotros entendemos por el Espíritu.

Todo esto he visto durante mi absurda vida: hombres justos a quienes su justicia los destruye, y hombres malvados a quienes su maldad les alarga la vida. Ecl 7:15

El sabio más antiguo del que habla la Biblia es Job, y las preguntas que él se hacía no era un divagar intelectual solamente, sino que de primera mano, como el protagonista central de una tragedia, trataba de descifrar la justicia de Dios. Tal vez nadie como él, ha meditado tanto al mismo tiempo en conceptos como la sabiduría, la justicia, el sufrimiento y Dios. Preguntas que aún hoy muchos de nosotros nos somos capaces de responder.

"Juro por Dios, el Todopoderoso, quien se niega a hacerme justicia, quien me ha amargado el ánimo… Job 27:2

Y es que no sólo los amigos de Job estaban escandalizados por su estado, sino también él mismo estaba confundido acerca de lo que pasaba. No cabe duda que algo verdaderamente profundo es el misterio de la justicia de Dios.

Tú, Señor, eres justo cuando argumento contigo. Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores? Jeremías 12:1  

Preguntas como la de Jeremías son las que Job se hacía luego que enfermó de su piel, como si fuera un leproso, sintiéndose sin la cobertura de Dios ni la de su propio cuerpo. Cuando murieron sus hijos creía que el mal era por causa de ellos, cuando perdió sus posesiones, concluyó que la prueba era para su esposa, pero cuando sus amigos lo vieron caer en desgracia y se sintió el centro de toda la desgracia, entonces empezó a maldecir.

Job no conocía nada absolutamente acerca de la resurrección. "El hombre, en cambio, muere y pierde su fuerza; exhala el último suspiro, y deja de existir" (Job 14:10). "así los mortales, cuando se acuestan, no se vuelven a levantar. Mientras exista el cielo, no se levantarán los mortales ni se despertarán de su sueño (Job 14:12)"; "Si el hombre muere, ya no vuelve a la vida" (Job 14:14), son sólo algunas frases de Job que indican que no tenía ninguna revelación acerca de la resurrección de los muertos. Si ni siquiera en tiempos de Jesús había consenso al respecto, mucho menos en tiempos de Job.

Morir mal, era un juicio de Dios sobre los vivientes, morir en un incendio, debajo de una torre que accidentalmente cayó o morir colgado en un madero significaba que la vida de aquél no había sido del agrado de Dios. He allí la molestia de Job con Dios. "¿Cómo yo he de morir como un impío?" El mismo argumento tenían los amigos de Job para lacerarlo aún más, poniendo el dedo sobre la llaga. Sólo la sabiduría de Job hizo que éste superara su discurso del que sus amigos blandían:

"¡Si al menos me ocultaras en el sepulcro y me escondieras hasta que pase tu enojo! ¡Si al menos me pusieras un plazo, y luego me recordaras! Job 14:13

Era la única solución a un dilema profundamente desconocido. ¡Solo podrías ser justo oh Dios si hubiera resurrección después de esta vida! ¡Si todavía hubiera un castigo para el impío que muere cómodamente y aún un consuelo para el justo que muere en desgracia! Esta fue la conclusión que alcanzo a vislumbrar la sabiduría de Job, más profunda que sus fariseos amigos, la que le hizo ganar la alabanza de Dios:

Job 42:8 Tomen ahora siete toros y siete carneros, y vayan con mi siervo Job y ofrezcan un holocausto por ustedes mismos. Mi siervo Job orará por ustedes, y yo atenderé a su oración y no los haré quedar en vergüenza. Y conste que, a diferencia de mi siervo Job, lo que ustedes han dicho de mí no es verdad."

martes, 4 de enero de 2011

LA FALSA PERFECCIÓN

He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos! Salmo 119:96

La perfección aparece en este versículo como un concepto que compite con la Palabra de Dios. Aunque nosotros sabemos que la palabra no tiene comparación.

Sin embargo es necesario este versículo para entender que hay una perfección falsa y una verdadera que es a la que nos quiere llevar el Señor. "Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mat 5:48). Es una orden para los que han sido puestos en el Camino, hacia la verdad, hacia la vida abundante y perfecta.

Notas que hemos sido colocados en el Camino, en la salida de la carrera cristiana, pero no en la meta. Nadie ha nacido perfecto, ni los que nacimos de nuevo, ni siquiera Cristo Jesús el Autor y Consumador de la fe. Tal vez el único que ha nacido perfecto fue Luzbel "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad" (Eze 28:15, RV60) ¿Cuánto le habrá durado el gusto de ser perfecto a Luzbel? Si alguien ha llegado a la perfección y lo sabe y lo aprecia ¿cuánto le durará? Hay perfección que se esfuma y perfección permanente, la cual la da Dios el Padre.

Job era un hombre perfecto y recto, ¿pero esto querrá decir que él era totalmente perfecto? ¿que ya no tenía pecado? ¿Qué no debía de ser purificado aún más? Tal vez conozcas gente así, que dice "gracias Señor porque no soy como los demás", personas que lo saben todo y a las cuales es imposibles enseñarles algo o interrumpirles el monólogo. Tal vez nosotros mismos nos hemos quejado y preguntado a Dios ¿por qué yo?

Existe un camino irremediable y sin atajos, pues es un camino recto hacia la perfección, para no perdernos hay que seguir las huellas de nuestro Señor y Maestro: ser hijos, sufrir por el Evangelio, aprender a obedecer, y consumar la perfección. No existen otros caminos, ni atajos que nos libren de las pruebas. Es este Camino el que nos lleva a una perfección duradera.

En efecto, a fin de llevar a muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, para quien y por medio de quien todo existe, perfeccionara mediante el sufrimiento al autor de la salvación de ellos. Hebreos 2:10

Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen. Heb 5:8-9

sábado, 1 de enero de 2011

EL SUEÑO DE UN FARISEO


16 Una silueta se plantó frente a mis ojos, pero no pude ver quién era.

Detuvo su marcha, y escuché una voz que susurraba:

17 "¿Puede un simple *mortal ser más justo que Dios? ¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?

18 Pues si Dios no confía en sus propios siervos, y aun a sus ángeles acusa de cometer errores,

19 ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro, cimentadas sobre el polvo y aplastadas como polilla!

20 Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos y perecer para siempre, sin que a nadie le importe.

21 ¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa? ¡Mueren sin haber adquirido sabiduría! Job 4:16-21


 

Siempre que soñamos con alguien deberíamos contarlo al pastor antes de ir con la persona que vimos en el sueño. Cuando es un sueño de Dios, es para que intercedamos por alguien que está necesitada de oración. Si hablamos con esa persona, deberá de ser con mucha prudencia y cuidado de no ofenderla.

No puedo imaginar cuántas veces habrán soñado los fariseos con hallar al Señor Jesús en algún error doctrinal o pecado grave. Sin embargo no lo lograron, tal vez sólo en sueños. Creo que todos nosotros llevamos algo de fariseo dentro, algo de Elifaz temanita.

¿Alguna vez te han soñado en circunstancias difíciles o vergonzosas? El sueño de Elifaz le prejuicio para llegar con Job, no con consuelo o intercesión, sino con acusación y persecución, "¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?". Esta palabra definiría el argumento de los amigos de Job, sería Elifaz el que iría a la cabeza, con esta "revelación" como punta de lanza o "cuchillito de palo".

Es sorprendente mirar que el único que levantó altar en todo el libro fue Job, antes y después de enfermarse. Levantó altar por sus hijos y por sus amigos. Pero ni sus hijos ni sus amigos levantaron altar por él, ni siquiera cuando estaba enfermo. Sus amigos nunca estuvieron enfermos, sus hijos siempre enfiestados. Todo sueño o revelación tiene por efecto levantar altar, de gratitud o de intercesión, como en el caso de Abram.

El sueño de Elifaz solo descubrió lo que había en su corazón, el firme propósito de desbancar a Job de la posición que tenía entre los sabios. Ojala que siempre que recibiéramos revelaciones y sueños fueran para descubrir lo que hay en nuestros propios corazones y no lo que hay en el corazón de otros. Elifaz nunca verificó de donde venía su revelación, tampoco notó que venía con cierta amargura en sus líneas, pues venía de una sabiduría, animal terrenal y diabólica.

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Stg 3:16