viernes, 17 de diciembre de 2010

CABEZA, MANOS Y PIES

Lev 1:8 Luego los hijos de Aarón, los sacerdotes, acomodarán las piezas, la cabeza y la grasa de los intestinos sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar.


 

Qué es lo mejor de un Becerro: Roast Beef, Sirloin chuleta, costillar, filete, agujas, pecho, espaldilla, tbone, aguayón, cuete, pierna, etc. Pero el Señor no nos pide ninguna de estas partes, sino que se complace en la cabeza, las entrañas, la grasa y las patas. El no nos pide los mejores cortes, ni americano ni europeo, no, Él nos pide lo peor.

La cabeza con todo lo que tiene, sus sesos, ojos, cachete y lengua, así como la pata, no es lo mejor del ternero, sino lo más barato. Por eso no encontramos en los puestos de tacos, ni tbone, ni chuleta, sino solo cabeza y sesos, porque es lo más barato, lo más grasoso, lo peor.

La grasa es figura del pecado ¿No será que nuestros sesos son de lo peor? ¿O que nuestras manos han tocado lo que no es nuestro? Tal vez nuestros pies también son rápidos para el mal y nuestro caminar se ha ensuciado. El taco de ojo ¿Lo conoces? Eso es lo que nos pide Dios, lo peor y no lo mejor que hay en nosotros.

Jezabel perdió todo, menos sus extremidades y su cabeza. Porque los perros o malos ministros (Fil 3.2), no comen cualquier cosa, no reciben lo peor, codician "lo mejor". Sabían que la cabeza y las extremidades de Jezabel eran sucias. Los malos ministros no quieren oír de pecado, ni de arrepentimiento, quieren ver una apariencia de piedad en el pueblo, bien portaditos en la congregación, aunque afuera sean diferentes. En cambio Dios quiere nuestra suciedad para limpiarla, a Él no le escandaliza nuestro pecado, al contrario, quiere purificarnos.

Pedro dijo: "no solo los pies, lávame también las manos y la cabeza". Ese es el sacrificio que espera Dios de nosotros. Lo que pensamos, lo que oímos, lo que vemos, lo que hablamos, lo que hacemos y nuestro caminar. Esto es lo que debemos de presentar siempre al Señor Dios para que se agrade de nosotros.


 

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Romanos 12:1


 

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