miércoles, 17 de agosto de 2011

VENCIENDO LA MISERIA


Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 2 Reyes 4:2
Existen tres "grandes" problemas por los que llegamos a la iglesia. Aunque para Dios no son ninguna molestia, pues Él los llama añadiduras: Conflictos familiares, económicos o de salud. Estos problemas son las que arrastran a la iglesia a gran cantidad de personas necesitadas que buscan el favor de un milagro. Pedimos que Dios obre en nuestros hogares, sin imaginar que Él tiene pensado que nosotros obremos en un futuro próximo en Su casa.
¿Qué te haré yo? Había sido esposa de profeta, con todo y haber recibido palabra directamente de Dios, su familia estaba al borde de la miseria, tal vez por la doctrina que tenía. Viuda, pobre y endeudada, sus problemas eran familiares y económicos y necesitaba auxilio ya. Muchos creen que Jesús al darle de comer a cinco mil o tres mil obliga a los ministros a darle de comer a un mundo lleno de pobreza. Sinceramente creo que este versículo desmiente tal doctrina.
Qué tienes en casa. El Señor nunca le dio de comer a un limosnero. La gente a la que alimentó no era gente con problemas económicos, sino multitudes que dejaron el afán en sus ciudades por causa de retirarse a un lugar apartado buscando la palabra. Personas que prefirieron el pan del cielo que el de la tierra. Gente dispuesta a escuchar al Señor a pesar del hambre. Ninguno de los que probaron de la multiplicación del pan le había seguido por comida o dinero. Los limosneros que le buscaron no recibieron ninguna moneda sino autosustentabilidad. Sí, lo que recibieron fue poder para restaurar sus vidas. Ojos al ciego y pies al invalido para poder trabajar, pero no monedas.
Tu sierva ninguna cosa tiene. Y sin embargo la solución a su problema estaba en su propia casa, no en el buen corazón o el bolsillo del profeta. Existe la falsa doctrina que afirma que Dios ha llegado a nuestra vida para hacernos la vida más fácil y cómoda. Ya no hay que trabajar, no hay que invertir en las relaciones familiares, ni tampoco dejar la glotonería, pues el dinero, la familia y la salud Dios nos la da Dios por fe, portémonos como nos portemos. Esto no es verdad.
Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 2 Reyes 4:3-4
Cuánta gente que se dice creyente está esperando la solución al ser liberada de un demonio de pobreza, cuando en realidad lo que tiene que hacer para rescatar a sus hijos de una herencia de endeudamiento es obedecer al consejo del siervo de Dios, aunque parezca loco o imposible. En realidad los hijos de hoy sufren de las mismas maldiciones de sus padres por falta de atención y de responsabilidad paterna y materna. "Enciérrate tú y tus hijos" para ponerse a trabajar, enséñales a hacerse responsables con el ejemplo, no esperes que la solución venga de fuera, un poco de unción y trabajo basta para pagar toda deuda y aún para vivir bien. Pero hoy muchos buscan en Dios al genio de la lámpara. No. Dios no ha llegado a nuestras vidas para convertirnos en unos holgazanes.
Es terrible mirar muchas mujeres "solas" superar mucho mejor, problemas de soledad y económicos cuando ya no están sus esposos que cuando estos les acompañaban. No cabe duda que el Señor Dios es un excelente padre para los huérfanos y un mejor esposo para las viudas.